NUEVA YORK.- Debbie Stevens trabajaba en una empresa que gestiona agencias de ventas de coches, y un día se enteró que su jefa,Jackie Brucia, de 61 años, estaba a la espera de un riñón. La empleada no lo dudó y se ofreció para donarle el órgano.
"Nunca se sabe, podría considerar la oferta un día", le respondió la jefa. Ese día llegó en enero de 2011 cuando Jackie Brucia la llamó preguntándole si su oferta seguía en pie. Debbie le contestó afirmativamente. "Ella era mi jefa, la respetaba y no quería que muriese", aseguró.
"Nunca se sabe, podría considerar la oferta un día", le respondió la jefa. Ese día llegó en enero de 2011 cuando Jackie Brucia la llamó preguntándole si su oferta seguía en pie. Debbie le contestó afirmativamente. "Ella era mi jefa, la respetaba y no quería que muriese", aseguró.
Varios meses después de la operación, Debbie empezó a sentir dolores en las piernas y a tener problemas digestivos, pero se sintió presionada a volver al trabajo, a pesar de que no se encontraba en condiciones. Su jefa, sin embargo, gozaba de su periodo de convalecencia. "¿Por qué no estás en el trabajo? Los demás van a pensar que te doy un trato especial", le espetó la jefa, que luego la despidió.
fuente:elintransigente.com
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